Por fin ha llegado EL HOMBRE DE ACERO a nuestras vidas con un Henry Cavill al que no le pueden quedar mejor las legendarias mallas de Superman. Hasta ahí todo correcto.
La nueva película de Zach Snyder tiene todos los ingredientes necesarios para convertirse en el mega blockbuster del verano:
Acción a raudales (las peleas con los villanos son absolutamente increíbles y lo más parecido a una pelea de DragonBall que he visto hasta ahora), unos efectos especiales clase A que te dejan boquiabierto y un superhéroe con una presencia que llena la sala de cine (o más bien con un torso!).
Pero para mi gusto la superproducción también tiene sus cosas malas, no es por ser quisquilloso pero es que hay que ser un poco exigente tratándose del mayor superhéroe del mundo.
La mítica música de John Williams desaparece (a quién se le habrá ocurrido semejante aberración?!), al igual que también lo hacen la Kryptonita, los gayumbos de Superman, el rizo de su frente y la Fortaleza de la Soledad, que se sustituye por algo muy, muy cutre. A Jor-El (Russell Crowe) sólo le hace falta repartir leches... y eso que muere en Krypton! El 3D reconvertido no llama mucho la atención. Tanto Amy Adams como Henry Cavill están muy bien por separado, pero juntos carecen por completo de química y hasta no pude evitar soltar una carcajada con ese beso tan forzado. El guionista parece que haya hecho un popurrí con La Guerra de los Mundos, Matrix, Indepence Day y el 11-S.
Estoy a favor de que se haya querido dar un enfoque más realista al estilo "El Caballero Oscuro" pero no me entusiasman del todo los cambios en la mitología del superhéroe de la DC, hay cosas que deberían ser intocables.
La recomiendo? Por supuesto que sí, pero que nadie vaya esperando el carisma y calidez que desprendía el personaje de Christopher Reeve. Al productor Christopher Nolan se le ha ido un poco de las manos el rollito denso...
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